Click-clack, click-clack, el sonido de los cascos de los caballos cuando golpean los adoquines de la plaza con carruajes alineados a su alrededor. A la derecha, una novia sube algunos escalones y tanto el novio como el fotógrafo intentan capturar un momento que esperan dure toda una vida.
Flanco a la derecha, y ahí está, la Plaza de España. Es la puesta del sol y la plaza brilla con tonos rojizos y dorados que se reflejan en las baldosas del mismo color que recubren sus paredes. La primera impresión es su gran tamaño. Utilizado como un set de Star Wars hace algún tiempo, la plaza no requiere perspectiva para mostrar su magnitud. Las palomas pululan como una bandada, mientras que la espuma de la fuente central cobra vida con luces. Adjunto a él, y la introducción a la plaza es el Parque de María Luisa, cuya magnitud rivaliza con la de la plaza. Tiene todos los elementos del encanto andaluz, pero deja en claro que Sevilla, al igual que su plaza, es la capital, no una ciudad de provincias.
Ahora que se han hecho las presentaciones, es hora de descubrir el resto de la ciudad. Sevilla está llena de plazas y parques, calles sinuosas tan estrechas que apenas funcionan como pasaje, y que protegen a quienes las recorren del abrasador sol andaluz del verano. En las calles principales, los parasoles cuelgan entre los edificios ofreciendo una delicia visual y muy necesaria sombra del sol.
Hay tanto que ver y tanta variedad. La ciudad y el casco antiguo se combinan creando un crisol único. Sevilla se derrite tanto en el calor como en su diversidad. ¿De qué otra manera alguien puede pasar la noche bebiendo junto a estrellas porno francesas en camisetas de baloncesto en un bar de los 80? Solo para perder la dignidad y voz unas horas más tarde en un bar de karaoke al otro lado del río en Triana. Aunque Sevilla es bien conocida por el flamenco, así como por sus estructuras centrales. La ciudad se vive mejor entre sus caminos sinuosos, en un café en una plaza sin nombre, o en otro al lado de la calle durante la mañana.
El tamaño de Sevilla acompaña su diversidad con los desafíos típicos de las ciudades medianas. Destinos demasiado grandes para pasar como ciudades provinciales, pero demasiado pequeños para poseer un sistema de transporte público adecuado. Sin embargo, el sistema de autobuses, el tranvía y los servicios de transporte compartido son ampliamente disponibles, y ofrecen una alternativa necesaria para caminar, especialmente bajo el calor del verano.
La diversidad de Sevilla puede explicarse mejor al observar dos de sus estructuras más prominentes: la catedral y las setas. La catedral con su fachada de piedra de arenal pulida ofrece un espejismo y una vista clásica de la ciudad. Es a la vez un recordatorio de que el desierto está más cerca de lo que uno podría imaginar bajo sus corredores o calles ajardinadas. Mientras las setas, por otro lado, es una estructura de madera que parece mas adecuada como entrada a una feria mundial que una amplia plaza en el casco clásico de la cuidad.
Sevilla creció tanto por los califatos árabes que una vez lo gobernaron, como por los reyes católicos y las reinas que se aseguraron de que Sevilla se doblegara nuevamente a la península ibérica, siendo los últimos los que han ganado. Sevilla es hoy una excelente representación de lo que la gente asocia con España, ya que es un guardián de su herencia andaluza.
Junto al río, Torre de Oro brilla a lo largo de múltiples puentes que conectan varias áreas de la ciudad. Pasajes entre el centro de la ciudad y los barrios de clase trabajadora, con un extenso centro moderno que brilla en el fondo. Caminando por los puentes, los viajeros pueden encontrar artistas tallando pinturas en tablones de madera con una lupa y el sol. En el desierto, nada puede desperdiciarse, y el arte no es una excepción. Los visitantes pueden disfrutar de la ciudad en un paseo en bote o paddle surf a lo largo de la costa. A pesar de las limitaciones del desierto, Sevilla ha aprovechado al máximo para convertirse en un destino turístico y un centro urbano de la provincia andaluza. La historia abunda fuera de las atracciones más destacadas, por lo que es mejor repasar su historia o hacer un recorrido guiado para comprender el vasto patrimonio que ha hecho que la ciudad se destaque en el pasado.
Para un respiro del calor y escapar a un oasis amurallado, el Real Alcázar sobrepasa las expectativas de ser una joya que debe mantenerse oculta a la vista. Utilizado como un set de Game of Thrones, los jardines y la estructura dan la ilusión de estar en una tierra extranjera. La combinación entre la arquitectura árabe que creó e inspiró el lugar y la posterior remodelación de sus contrapartes católicas lo convierte en una experiencia diversa y única.
Sin embargo, no hay mejor manera de experimentar el calor de los andaluces que con un Tablao (espectáculo de flamenco). Mirando a los artistas y al público caer en trance en una exhibición apasionada que recuerda que la sangre de los andaluces así como su tierra es caliente.
Comments